Puede ser que el concepto «selección adversa» no sea muy conocido, pero la verdad es que está más presente en el día a día de lo que uno piensa. Por ejemplo, a la hora de contratar un seguro, al ir a comprar un coche o una bici de segunda mano, en los mercados financieros… Seguramente, así como vayamos explicando qué es y poniendo ejemplos en la vida real, uno vaya viendo que realmente varias veces en la vida se ha encontrado en esta situación.
La selección adversa es aquella situación en que en un contexto de compraventa de un producto o productos, una de las partes tiene mucha más información y conocimientos sobre el bien que se está vendiendo que la otra parte. Esto supone que la parte con menor información no es capaz de valorar el producto correctamente y poder asignar un precio justo para éste, sin poder distinguir los productos de buena calidad con los de mala. Esto crea un mercado con información asimétrica, es decir, compradores y vendedores no tienen la misma información disponible.
Comparando los productos de alta calidad con los de baja, los compradores están dispuestos a pagar un precio medio, al no ser capaces de distinguir la calidad de los bienes. Esto crea una situación en que el vendedor no quiere vender el producto de buena calidad al precio que ofrece el comprador y éste último está dispuesto a ofrecer más dinero por un producto de mala calidad. Por tanto, se termina viniendo solo los productos de peor calidad.
Uno de los ejemplos más conocidos es el modelo del mercado de limones. El Premio Nobel de Economía en el 1971, George Akerlof, investigó los mercados con información asimétrica y desarrolló esta teoría. El laureado economista describió el mercado de coches de segunda mano como un mercado con dos tipos de productos: los coches malos (limones) y los buenos (melocotones). Solo los vendedores saben cuales son los coches de buena calidad. Los compradores, al no tener el suficiente conocimiento, no saben distinguir la calidad de los coches y por tanto sólo están dispuestos a pagar un precio medio por los coches (como hemos explicado anteriormente). De esta forma, los coches buenos (los melocotones) no se ponen a la venta al estar retenidos por los vendedores (por su buena calidad), mientras que solo se ofrecen los «limones», creando un mercado pobre, con poca oferta.
La selección adversa también se puede ver en el mercado de seguros. A la hora de contratar un seguro, solo el cliente tiene toda la información disponible sobre él mismo, mientras que la aseguradora no conoce a la persona y su entorno. De esta forma, las aseguradoras establecen primas (el equivalente al precio del seguro) con menos información. Por ejemplo, en un seguro de vida la persona sabe si es fumadora o no, los antecedentes familiares, si bebe mucho o no… y puede mentir a la aseguradora a la hora de facilitar la información a la compañía.
En los mercados financieros pasa tres cuartos de lo mismo. Cuando una empresa emite acciones o bonos corporativos en el mercado primario (consultar diccionario), solo los ejecutivos tienen toda la información de la compañía, mientras que los inversores tienen que confiar con los datos que le facilita ésta. Por tanto, el precio que están dispuesto a pagar los inversores (compradores) está formulado con menos información que la que realmente tiene la empresa emisora (vendedora).